diciembre 09, 2012

Quickie





Me gustaría decirle…

Que tengo mucho que hacer, que tengo que pensar en mi proyecto de la universidad que tengo que entregar en Enero pero que me tomo un poco de ese tiempo para pensar en el.

Que durante un rato en esta tarde recordé su espeso bigote, ese que le observé tan detenidamente hace unos días; También, en los labios carnudos que se le dibujan en medio de todo ese vello facial. 

Que “relincho” en esta tarde de domingo, aquí ataviado en mi estrés académico, mientras evoco esas curvas que se arman en su rolliza figura, las mismas que rocé con mi mano hace apenas unos días con el interés de entrar en contacto con su anatomía sin que el se incomodara.

Que cada vez que terminamos nuestras tertulias me gustaría acompañarlo hasta la casa y quizá robarle un beso en la entrada del edificio.

Que me gusta verlo sentado en el piso, hablando de los juguetes que aún le regalan, o de los dibujos animados que recuerda de su niñez. Aún cuando yo pretenda burlarme de algunos de sus gustos, lo que sucede en mi silencio es que me está empezando a gustar el niño interno que deja salir cuando está conmigo.

Y que hoy, en esta tarde de domingo, me hubiera encantado tenerlo en mi cama, no para devorarlo sino para que juegue con sus juguetes, para que cambie el canal de tv que no está viendo y yo pretenda que su actitud me molesta. 


Se lo diría todo ahora, pero prefiero que este cariño que le empiezo a tener se cocine a fuego lento y que no sospeche las ganas tan horribles que tengo de estar con el.
 




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