febrero 10, 2011

Las cosas que no te dije mientras dormía

No se como, no se porqué, estábamos viendo televisión en una sala cualquiera. Ya hacía tiempo que Iván y yo no nos veíamos porque ya cada quién  tenia una vida resuelta, sin embargo ahí estábamos, como cuando eramos adolescentes y el me mostraba las películas porno que alquilaba en la videotienda del super. No recuerdo exactamente que estábamos viendo, lo cierto es que yo no estaba deacuerdo con su elección; quizá era un partido de fútbol del América, el equipo favorito de Iván. En menos de un instante, me abalancé sobre él como pantera para iniciar una batalla de lucha libre cuyo vencedor se quedaría con el remoto, logrando derribarlo en el primer ataque, solo que en el intento caímos de lado, pero enfrente el uno del otro, y bueno… no me aguanté las ganas, y simplemente lo besé, asi, una “chupadita de piña” breve y juguetona, a lo que Iván sonrió nerviosamente; ese fue el incentivo para besarlo de nuevo , esta vez, apasionadamente y acabar de una vez con esas ganas que le tenia a Ivan, de raparle de un solo tirón esos jeans tan bien adaptados a su anatomía de dieciséis años, de sentir su espalda como la vez que le apliqué crema para resequedad y de agarrar sus peludas pero redondas nalgas que no había logrado quitar de mi mente desde aquel jueves santo que se quedó en mi casa para hacerme compañía.

Pero veía como alguien nos observaba, desde la puerta… sospechaba que ese alguien era mi mamá y ya podía adivinar su gesto de horror corriendo al ver semejante escena; Después de correr por la casa para buscar a mi mamá e indagar lo que ella vió, la encontré sentada en una mecedora, con un gesto algo pasmado, pero calmado… le dije que había sentido pasos mientras estaba en la sala y que si era ella quien andaba por ahí. Mamá solo supo responder:

- Alístese que necesito que me acompañe al banco.

- Ah? Que que mamá? – quedé confundido con la respuesta.

- Si, Andrés… que se levante y me acompañe al banco!!

Una vez más mi maldito subconsciente me había jugado una mala pasada, como era usual, mi cerebro se cree tan chistosito como yo y sumó ese episodio a la larga lista de sueños mojados, de los que siempre me quedaba con apetito sexual por el resto del día.

Qué bueno que supe hacerle bien la pregunta a mi mamá y que me hice el loco, porque de  haber hablado de más, mi madre realmente se habría enterado que le tenía ganas a mi primo.

1 comentario:

  1. Oye, eso no se hace... me estaba imaginando el escandalito que tu mamá te iba a armar, con llanto, reproches a Dios, y luego la llegada de tu papá que se entera del rollo en ese momento y te prende a golpes, salpicando todo de sangre hasta dejarte irreconocible (no es recomendable ver mucho cine gore a media noche)...
    pero no, resulto que el niño estaba arrecho y soñando...
    Asi no se vale, me has sabido engañar...

    Saludos

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